Crónica de un desastre climático anunciado
Submitted on 17 Noviembre 2015
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Silvia Ribeiro*
El cambio climático existe y es grave. Cifras más o
menos, todos los análisis convergen: para evitar que el planeta se siga
calentando con impactos devastadores urge reducir drásticamente las
emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), consecuencia del sistema
de producción y consumo con combustibles fósiles como petróleo, gas y
carbón. Los rubros que más GEI emiten son extracción y generación de
energía, sistema alimentario agro-industrial –incluida deforestación y
cambio de uso de suelo–, construcción y transportes.
Sin embargo, las reducciones necesarias y cómo
garantizar que los principales responsables (países y empresas) dejen de
contaminar el clima de todos y minar el futuro de nuestras hijas e
hijos, no está en la agenda del próximo encuentro mundial sobre el clima
que se realizará en París el próximo diciembre.
En su lugar, la 21 Conferencia de las Partes (COP21) de
la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC)
que se reunirá las dos primeras semanas de diciembre prevé condonar un
sistema de acciones voluntarias, llamadas contribuciones previstas y
determinadas a nivel nacional (CPDN o INDC, por sus siglas en inglés)
sin compromisos vinculantes ni real supervisión internacional,
legitimando nuevas falsas soluciones y peligrosas tecnologías. De paso
terminarán de enterrar el proceso multilateral de negociaciones para
enfrentar esta crisis global.
El precedente de este próximo acuerdo-no acuerdo (se
trata de legalizar que cada país haga lo que quiera) fue el Protocolo de
Kyoto, un acuerdo internacional vinculante que estableció que los
principales países emisores, responsables de la mayoría de GEI,
redujeran en 5 por ciento sus emisiones por debajo del nivel de 1990. El
total de emisiones era entonces 38 giga toneladas equivalentes de
dióxido de carbono anuales (equivalentes porque hay otros gases de
efecto invernadero). Estados Unidos, principal emisor histórico y
segundo actual, nunca firmó el Protocolo de Kyoto y siguió aumentando
sus emisiones. Al 2010, las emisiones globales, en lugar de bajar,
habían aumentado a 50 giga toneladas anuales. En ese año, China pasó a
ser el primer emisor, ahora con 23 por ciento del total, seguido de
Estados Unidos (EU) con 15.5 por ciento. Pero acumulado, EU es
responsable de 27 por ciento de emisiones desde 1850. Con 5 por ciento
de la población mundial, usa 25 por ciento de la energía global y sus
emisiones de GEI per cápita son más de mil 100 toneladas por persona
mientras en China son de 85 toneladas por persona. Cabe notar que el
desarrollo actual de China sigue el mismo modelo destructivo de
producción y consumo industrial, con crecientes brechas de desigualdad
interna.
Esta nueva realidad de emisiones de países emergentes
afirmó a los principales emisores históricos a exigir que todos debían
reducir –aunque ellos no lo habían hecho nunca. Bloquearon una nueva
etapa del Protocolo de Kyoto y aprovecharon para minar el principio de
responsabilidades comunes pero diferenciadas que había sido un pilar de
la CMNUCC.
Investigadora del Grupo ETC
Publicado en La Jornada, México, 14 de noviembre de 2015
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