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quarta-feira, 24 de fevereiro de 2010

SUMMERHILL - AUTO-REGULAÇÃO,SEXO,LIBERDADE....

http://www.futuroeducacao.org.br/biblio/Summerhill.pdf

HABLANDO SOBRE SUMMERHILL

A. S. NEILL


CAPÍTULO I

AUTORREGULACION

HE ESCRITO tantos libros sobre educación que posiblemente ya no encuentre nada nuevo que aña­dir. Leer los libros que uno mismo escribe es muy penoso, y es por eso que yo no suelo releer los míos; así que tal vez en las páginas que siguen me repita con frecuencia. Aunque no creo que esto importe mucho, pues el lector olvida pronto lo que lee. Pero el motivo de este libro es, sin embargo, muy claro: deseo responder a los cientos de preguntas que tantos visitantes me han formulado. Y la primera cuestión que encabeza la lista es la siguiente:

¿CÓMO SE PUEDE DISTINGUIR LA LIBERTAD DEL LIBERTINAJE?

UN AMIGO me pidió que escribiera un libro acer­ca de esto mismo y me decía: "Habiendo leído tantos padres tu libro Summerhill, debes sentirte culpable, considerando que ellos han tratado has­ta entonces a sus hijos con disciplina, y que tú les dices que a partir de ahora son libres. La con­secuencia viene a ser que haya un sinfín de niños consentidos, ya que los padres no tienen no­ción de lo que es la libertad. Ellos no se dan cuen­ta de que libertad es igual a tomar y dar, puesto que implica libertad tanto para los padres como para los hijos. Esa clase de padres piensan que li­bertad viene a ser lo mismo que hacer lo que a uno le da la gana."
En América tuve la impresión de que allí los niños confunden bastante la libertad. Por ejem­plo, si voy a visitar a alguien con quien me gusta sostener una charla interesante, es corriente que con esa persona se encuentren su esposa y sus dos niños, cuya consecuencia viene a ser que los niños son los que monopolizan toda la conversación. Hoy mismo vino una visita a mi habitación, y a tres niños que había dentro, les dije: "Vamos, mu­chachos, despejen el campo, tengo que hablar con este señor." Y se marcharon. Pero también puede suceder a la inversa, es decir, que sean ellos los que me pidan que yo me largue, por ejemplo cuando quieren estar solos para hacer cualquier cosa.
Pero téngase en cuenta que eso es para mí más fácil que para los padres, pues yo muy pocas veces tengo que negar algo a un niño, porque en la escuela quien manda es la comunidad misma y no yo. Comprendo, sin embargo, que esto resultaría muy difícil a la madre que mientras cocina tiene a su alrededor a tres niños que la están molestan­do. El remedio debiera ser que los niños no se en­contraran en el mismo ambiente de los adultos. Porque, en realidad, ninguna de las cosas que tenemos en casa -estanterías de libros, adornos, relojes de pared, etc.-, le dice al niño absolutamente nada. Los niños, claro, necesitan otro am­biente, pero sabemos que únicamente mansiones muy ricas pueden disponer de cuartos especialmen­te configurados para ellos; pero, en ese caso, el niño suele estar rodeado de niñeras que no saben nada de la naturaleza infantil. Por lo tanto, los niños no deberían pisar ni la cocina, ni la sala de visitas, sino tener sus propios cuartos, sus domi­nios, por decirlo así; mas la realidad es que no los tienen. Pero, no obstante, si una madre mantiene contacto con su hijo, y si éste no siente miedo an­te ella, entonces al niño se le puede decir no sin hacerle ningún daño.
Por desgracia, muchos lectores tienen una idea de Summerhill muy vaga. Krishnamurti diría que la tienen a un nivel verbal; idea que debería ser más vívida, completa, y, al fin, emocional (...) leia mais clicando no link do início

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